FRUTO DE NUESTRO CÓMODO Y ESTÚPIDO COMPORTAMIENTO

Los datos, que no parecen importarle demasiado a casi nadie, son escalofriantes: actualmente mil millones de personas pasan hambre; una tercera parte de los niños del mundo crecen desnutridos y cada seis segundos un crío muere de hambre. Ante tal catástrofe cabría esperarla movilización generalizada de la sociedad, pero nada más lejos de la realidad.
Es increíble que a la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria, celebrada en Roma, no se haya presentado ninguno de los Jefes de Gobierno de los Estados miembros de G-8, aquellos que verdaderamente tienen poder y medios para afrontar el problema.
Sólo la voz del Papa, en el discurso que pronunció en la Cumbre, ha sabido y querido denunciar los errores que nos está llevando a ignorar la desventura de tantos, diciendo que la tierra puede nutrir a todos sus habitantes. Según él la producción agrícola es globalmente suficiente para satisfacer tanto la demanda actual como la que se puede prever en el futuro.
Desde mi opinión tenemos pan para todos pero no somos capaces de repartirlo porque la pobreza y la miseria no viene de Dios sino de nuestra cómodo y estúpido y comportamiento.

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